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Los sordos: entre el silencio y la mudez

En la Facultad de Medicina se estudian las vocalizaciones de cobayos (o conejillos de Indias) recién nacidos para entender mejor la sordera y la afasia en los seres humanos

La sordera en México es un problema frecuente, sobre todo en las entidades donde hay poblaciones endogámicas (poblaciones conformadas por personas de una misma familia o linaje que se relacionan entre sí), lo cual incrementa la posibilidad de tener hijos con enfermedades genéticas o malformaciones.
“El Instituto Nacional de la Comunicación Humana, ahora parte del Instituto Nacional de Rehabilitación, ha llevado a cabo distintas campañas de detección en poblaciones de Morelos, Guerrero, Michoacán, Guanajuato, Oaxaca, etcétera. En ellas se ha registrado una gran cantidad de problemas de sordera y, por lo tanto, de lenguaje”, dice la doctora Irma Zarco Padrón de Coronado, investigadora del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional.
Nacer absolutamente sordo es estar condenado a ser sordomudo porque, al no oír, no se puede aprender el lenguaje hablado. Los seres humanos necesitamos escuchar para reproducir el habla y para poder comunicarnos.
Hay diferentes grados de sordera. Quien tiene hipoacusia leve puede escuchar algo y aprender a hablar.
Pero los sordos profundos definitivamente son sordomudos. ¿Ahora bien, cómo se puede saber si un recién nacido o un bebé es sordo?
“Desde las primeras horas de vida es posible observar las respuestas reflejas de los recién nacidos a los sonidos. Pero el registro de las emisiones otoacústicas y la tímpanografía en recién nacidos de madres sin control gestacional le permitieron a la doctora Consuelo Martínez reportar en su tesis de maestría 18.18% de fallas en la transmisión de señales desde la cóclea. Éstas deben ser corroboradas en los primeros meses de vida con el registro de los campos eléctricos generados en las vías nerviosas auditivas cuando son activadas por un sonido”, explica la doctora Zarco.
Desafortunadamente, el registro de las emisiones otoacústicas a través del conducto auditivo externo no es un estudio de rutina para detectar sordera en recién nacidos en los hospitales del país.

Lenguaje de señas y lectoescritura
Las personas sordomudas no pueden comunicarse de manera oral, pero sí pueden hacerlo mediante el lenguaje de señas e incluso aprender la lectoescritura y hacerlo por escrito.
El lenguaje de señas, que algunos no aceptan como tal, tiene sus reglas gramaticales propias y cuando se les enseña a los niños llena el espacio de comunicación entre padres e hijos sordos, y a muchos les permite estar informados cuando es utilizado en la transmisión de noticias por televisión.
Por ello se requiere habilitar a quienes son sordos profundos de nacimiento o rehabilitar lo más pronto a quienes perdieron la capacidad auditiva luego de la adquisición del lenguaje, debido a patologías locales o del sistema nervioso.
Por lo que se refiere a la lectoescritura, en nuestro país no hay muchas escuelas especializadas para personas sordomudas, por lo que casi siempre éstas tienen que integrarse a escuelas normales en condiciones desventajosas.
“Si un individuo sordo no tiene una lesión que le afecte la visión, puede aprender a escribir y leer normalmente. Es más, parece que los niños chinos que son sordos pueden dominar más rápido la lectoescritura logográfica que los normo oyentes”, comenta Zarco.

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