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SOCIEDAD:

LUDOTECAS PARA LA SALUD Y LA INTEGRACIÓN SOCIAL
Vengo desde bebé», cuenta Brian, de 8 años. Yamila, apenas un poco mayor que su compañero, recuerda que viene «desde hace un montón» y agrega: «invité también a mi amiga». Los dos son asiduos asistentes de la Juegoteca del Centro de Salud de la Ciudad (Cesac) Nº 14, que funciona en el Hospital Piñero, en Flores, España.

Allí aprenden a compartir, a comunicarse y amplían sus posibilidades expresivas, además de incorporar las reglas de distintos juegos, muchas de las cuales les servirán para moverse en otros ámbitos, fuera del espacio lúdico.

Martina, de 28 años, también juega, pero en otro lugar, en uno de los centros de diálisis de la empresa Gambro. Así, las horas que le dedica cada semana a su tratamiento no le resultan tan arduas ni aburridas. Los juegos pueden ser individuales o grupales y, claro, están adaptados a la posibilidad de movilidad física que tienen las personas en ese momento. Por ejemplo, se puede contar un cuento que luego será interpretado por los pacientes desde sus sillones. «De esta manera se logra que las cuatro horas que dura cada aplicación de diálisis se les pase rápido, lo que los pone muy contentos y deseosos de volver a la siguiente aplicación»,

También las personas privadas de su libertad pueden jugar, e incluso el juego puede ser una vía de acceso para abordar temas conflictivos que aquejan a un grupo determinado. Desde hace varios años, diferentes «profesionales del juego» se dedican a estudiar y desarrollar la temática lúdica para realizar intervenciones sociales de distinto tipo. Además de la dicha que aporta, el juego puede ser un promotor de valores como la solidaridad y la cooperación.

Así surgió la Red de Juegotecas de la Ciudad, con la idea también de ayudar a que este tipo de iniciativas lúdicas se propaguen. «Los que formamos este grupo organizamos un curso para aquellos que pudieran ir de los distintos centros, para promover que se abran más juegotecas pero con el criterio de que cada uno la haga como quiera», relata Snaidman. «No hay una modalidad única, cada uno tiene que hacerla de acuerdo con su criterio, de acuerdo con los profesionales que son y atendiendo las necesidades de su comunidad, porque la ciudad es muy grande y tiene distintas realidades».

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